Las almas, su proceso en las muertes trágicas y accidentales

El que la muerte sea inesperada, trágica, violenta o accidental, no significa que como almas, quedemos vagando sin rumbo durante toda la eternidad. 

Cuando se produce este tipo de muerte, no da tiempo a reflexionar, ni a prepararnos para ella. Llega y listo. Todo sucede muy rápido, tanto para los que se van como para los que se quedan. Siempre es más «fácil» adaptarse a un hecho que sabemos que va a ocurrir que a uno inesperado.

Una muerte violenta o accidental, siempre impacta, llega muy profundamente, produce un caos mayor, un dolor más profundo. Nos preguntamos el porqué de estas situaciones trágicas, y casi nunca entendemos, ni damos con razones que las hagan comprensibles.

 
La pérdida de un ser querido que muere de manera trágica es más difícil de asumir, de aceptar. El duelo tiende a ser más doloroso y largo que cuando es una muerte natural o por enfermedad.

A nivel almas, a nivel evolutivo, las muertes con violencia, no se diferencían de una natural. El proceso es el mismo. El tránsito se inicia en el momento de morir; aparecen nos reencontramos con parte de nuestros seres queridos y guías, que velarán por nosotros durante nuestra marcha. No estaremos sólos, nos acompañarán, y tratarán de que entendamos lo que ha sucedido, guiando nuestros pasos a la luz.

Una vez más, el proceso de seguir a la luz, o de quedarse un tiempo más apegados a la tierra, dependerá de cada ser, de cada uno de nosotros. Algunos de ellos, pueden sentirse desorientados al principio, pero enseguida entenderán lo que ha ocurrido. Otros, seguirán a la luz, pues es su camino. Otro grupo, puede decidir que aún no es el momento de partir a la luz y prefieren esperar a hacerlo en otro momento.

¿Qué decisiones o factores intervienen en qué decidan quedarse o avanzar? Sus sentimientos y apegos. Los que decidan quedarse lo harán por apego ya sea a la familia, al trabajo, porque desean que se aclare o atrape a los culpables, se haga justicia, porque no se sienten preparados para avanzar, tienen miedo o quieren esperar a que se resuelva alguna situación determinada. Es exactamente igual que en una muerte natural.

Estas muertes trágicas, tienen un componente diferente al de una muerte natural,  y es, la de tomar conciencia de lo ocurrido. Es decir, si se trata de una muerte laboral, tomar conciencia de que deben extremarse las condiciones laborales, o descubrir el origen del porqué; si es por accidente, el tomar conciencia de cómo están las carreteras, de cuáles son las condiciones en que conducimos, alcohol, drogas, despistes, errores humanos, etc.

La huella que deja una muerte trágica, normalmente va asociada a una toma de conciencia ya sea a nivel individual o colectiva. Un asesinato individual o en masa, una guerra, un accidente de avión, de tren, por inundaciones o terremotos, marca un antes y un después. No nos dejan indiferentes y conllevan una toma de postura y un cambio a la hora de mirar, pensar, sentir, disfrutar y vivir la vida.

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