PROFETA JOEL: REVELACION DE LA MANO DE DIOS

PROFETA JOEL: REVELACION DE LA

MANO DE DIOS

El breve libro de Joel no tiene más que tres capítulos y todos deberíamos de leerlo. Deberíamos dedicarnos a la lectura de la palabra de Dios, como le escribió el apóstol Pablo a Timoteo para animarle. Si bien la profecía de Oseas revela el corazón de Dios, la profecía de Joel revela la mano de Dios, la mano que controla el destino, la mano que mueve la historia.

Durante siglos enteros los hombres han estado buscando el principio alrededor del cual giran los acontecimientos de la historia, y desde el amanecer de la historia se ha intentado repetidamente adivinar cuál es ese principio. Hace mucho tiempo, a los grandes filósofos griegos se les ocurrió la idea de que la historia se mueve en círculos y uno de los actuales historiadores, Arnold Toynbee, está de acuerdo con este concepto. Aristóteles dijo también que la historia sigue esta clase de curso. Dijo que primero surgió un tirano, un hombre de hierro, que ejerce el control sobre una nación o un grupo de personas y gobierna hasta que termina la dinastía. Entonces el control se transfiere gradualmente a una familia de aristócratas que gobiernan y su poder se deteriora gradualmente hasta que el control pasa al pueblo y esto es lo que se conoce como democracia. Pero una democracia también sufre un deterioro y cede gradualmente al colapso del poder y a esto sigue la anarquía. Y de la anarquía surge un tirano que de nuevo se apodera del control y así sigue el ciclo de la historia y hay mucho de verdad en esta teoría.

A través de los siglos otros hombre han contribuidos con sus conjeturas acerca del principio de control de la vida. Thomas Jefferson consideró que era político, y cuando escribió la Declaración de la Independencia incorporó la idea en el prólogo, de que los gobiernos humanos reconocen que a los hombres les han sido concedidos ciertos derechos inalienables y que para conservar estos derechos, se han instituido los gobiernos entre los hombres. Sentía que las fuerzas que dan forma a la historia humana y forman las naciones de la tierra son de naturaleza política.

En el siglo pasado, Karl Marx metió su pluma en el ácido de su propio espíritu amargado y escribió la gran obra que ha influenciado de manera dramática a nuestros tiempos modernos. Su idea fue que la fuerza controladora de la historia era la economía, que es la necesidad de suplir las exigencias materiales de la vida lo que da forma al curso de la historia. A esta fuerza la llamó materialismo dialéctico, el principio del materialismo al que se llega a través del debate, mediante la discusión de estos temas. Y esta idea se ha apoderado de tal modo de las mentes de los hombres hoy que por toda la tierra hay millones que sienten que la economía es el interés que controla la vida.

Otros han dicho que el principio es sociológico. Por ejemplo, H.G. Wells, fue uno de entre un gran número de pensadores que dijeron que la evolución da forma al curso del destino humano. En la actualidad se enseña con frecuencia en la escuela que tras todos los acontecimientos de la historia humana que aparecen en nuestros periódicos y de los que dejan constancia los historiadores, hay un principio evolutivo que tiende cada vez a elevarse más y más, haciendo que la vida sea cada vez mejor.

Pero la Biblia dice que todos estos conceptos son equivocados. La Biblia dice que detrás de todo el curso de la historia humana está Dios. El punto esencial sobre el cual gira la historia es espiritual, el Espíritu de Dios que obra a través de los hombres, y no se pueden entender los acontecimientos humanos si primero no reconocemos este hecho.

Una de las declaraciones más significativas que jamás se han escrito en la Biblia y una de las cosas más aterradoras que jamás han oído los hombres fue algo que se dijo durante el diluvio cuando Dios le dijo a Noé: «No contenderá mi espíritu para siempre con el hombre. (Gén. 6:3) Y siempre que se ha hecho esa declaración ha significado que el juicio de Dios estaba cercano. Porque el Espíritu de Dios contiende con el hombre pacientemente limitando el mal de manera que la vida humana pueda continuar. Dios intenta ganarse a los hombres reteniendo las fuerzas destructivas de los acontecimientos humanos, pero al final la paciencia de Dios se acaba y llega un momento, algo que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia humana, en el que Dios le dice a una nación o a una persona: «No contenderá mi espíritu para siempre con el hombre. Y cuando Dios deja de lado a su Espíritu, es decir, la fuerza que controla la vida, todo se colapsa y entonces es cuando tienen lugar las catástrofes y su juicio cae sobre la humanidad, que es precisamente el mensaje esencial del libro de Joel.

El joven Joel era un profeta en el reino de Judá, el reino del sur. Seguramente fue contemporáneo de Isaías, de Oseas y de Amós. No sabemos mucho acerca de Joel, pero fue uno de los hombres que más visión de futuro tuvo de entre todos los que nos han dejado sus escritos, que vio mucho más allá de nuestros tiempos hasta las etapas finales de la intervención de Dios en los acontecimientos humanos y esto es algo que enlaza con los grandes sucesos dramáticos de su propia época.

El libro comienza con el llamamiento que hace al pueblo a considerar algo tremendo que ha sucedido en la tierra. Dice:

«Escuchad esto ancianos; y prestad atención, todos los habitantes de la tierra.» (1:2)

Siempre que leo estas palabras me recuerda la época que estuve en la Marina. Siempre que la Marina hacía un anuncio importante, comenzaba diciendo: «escuchad esto y así es como empieza Joel:

«Escuchad esto…

«¿Ha sucedido algo semejante en vuestros días o en los de vuestros padres? Contaréis de esto a vuestros hijos y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación.» (1:2-3)

Va a tener lugar un acontecimiento de una importancia y de tal transcendencia que las gentes hablarán sobre él durante años y años. ¿Y de qué está hablando Joel? La verdad es que está hablando acerca del gran día del Señor. En los días de la II Guerra Mundial hablábamos acerca del Día-D y luego del Día V-J, esperando con anhelo que se acabase la guerra, dándole un nombre. Pues bien, Dios tiene un día, lo que él llama el día del Señor, y le fue dado a Joel para que describiese este gran día.

Pero el día del Señor no es solo un acontecimiento en la historia humana. Nos daremos cuenta en esta profecía que el día del Señor es un suceso en el que Dios se manifiesta por medio de su juicio en cualquier momento, pero el juicio culmina y va intensificándose en ciclos hasta que llegue el día grande y terrible del Señor, al que se refiere Joel en los capítulos 2 y 3.

El día grande y terrible del Señor es ese período que describe el Señor Jesucristo como un tiempo en el que habrá una tribulación como nunca se ha visto desde la creación del mundo ni nunca más se verá y le fue dado al profeta Joel ver a lo largo de los siglos que iban a mediar, describirlo y ofrecer ejemplos por medio de los acontecimientos que sucederían durante su propia época.

El suceso que había tenido lugar en su día fue una invasión de langostas. Me pregunto si ha visto usted alguna vez una invasión de langostas. Yo estaba hace ya muchos años en Minnesota cuando hubo una invasión de saltamontes, unos insectos bastante parecidos a las langostas, y aún recuerdo cómo se oscureció el cielo con una gran nube de estos insectos. Se les podía oír descender sobre el grano en los campos como si hubieran sido granizo en la tierra y había un continuo crujido que era el ruido que producían sus alas al pasar por los campos. Momentos después de haber descendido sobre un campo, cada hoja y cada pedazo de vegetación había desaparecido y los campos se quedaban como si nunca hubieran sido plantados y eso fue lo que sucedió en Israel. Un enjambre de langostas había descendido sobre la tierra y habían devorado toda cosa viviente. La cosecha se había arruinado y había hecho que apareciese el hambre y Joel está llamando la atención del pueblo a este suceso, que no necesitaba que pasase algo así en aquellas condiciones. No cabe duda de que todos serían conscientes de lo que había sucedido, pero lo que no se daban cuenta era de dónde venía.

Joel les dijo: «Dios está detrás de este suceso. El les describe cómo «el campo es devastado y la tierra se enluta; porque el trigo es destruido, se seca el mosto y se agota el aceite. (1:10) y luego dice:

«Pregonad ayuno, convocad a una asamblea, reunid a los ancianos y a todos los habitantes del país en casa de Jehová vuestro Dios e invocad a Jehová. ¡Ay por aquel día! Porque cercano está el día de Jehová, vendrá como destrucción de parte del Todopoderoso.» (1:14-15)

Dios se hallaba tras ese suceso, no fue algo que pasó por casualidad. No es sencillamente un capricho de la naturaleza. Esto sucedió en obediencia al mandato dado por Dios, que obra por medio de las leyes naturales que gobiernan la vida humana y en esto hallamos una lección. «No paséis por alto esta lección les dice el profeta, «porque si aprendéis la lección ahora, que no es otra cosa que un sencillo ejemplo del día del Señor, os ahorraréis el terrible sufrimiento que vendrá por fin en el día grande y terrible del Señor. Joel está sencillamente dejando muy claro que la mano de Dios está permitiendo que sucedan catástrofes como esta para que el pueblo sea consciente de que la vida tiene un fundamento espiritual. La vida no es sencillamente un ciclo en el que comer y beber y conseguir el dinero para poder hacerlo. Porque detrás de todas las cosas corrientes de la vida se encuentra la mano controladora del Espíritu de Dios. Es preciso que el hombre despierte al hecho de que Dios le está hablando, que tiene algo que decirle. Dios desea bendecir al hombre, pero este no está dispuesto a escuchar y ese es el problema. Por lo tanto, Dios le sacude con algo que le obligue a escucharle. ¿Le ha pasado eso a usted alguna vez? ¿Le ha hecho Dios algo, mientras estaba usted tranquilamente tomando sus cereales y todo le iba bien, de manera que de repente tuvo usted que tomar conciencia? Tal vez le sucediese algo terrible para que se diese usted cuenta de que las cosas no iban tan bien como a usted le parecía y comenzó usted a prestar atención, dándose cuenta de que había algo a lo que era preciso que prestase usted atención. Eso fue lo que hizo Dios en el primer capítulo de Joel.

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