judaísmo en Rusia

judaísmo en Rusia

En la Rusia moderna el judaísmo está considerado oficialmente una de las cuatro religiones “tradicionales” del país. Actualmente esta religión es profesada principalmente en las ciudades. Distintas organizaciones hebreas afirman que el número de sus practicantes ronda el millón de personas

El judaísmo ruso está configurado por varios grupos de marcado carácter étnico. La comunidad más numerosa está constituida por los judíos asquenazíes, que representan más del 95 % de todos los judíos rusos. Oriundos de Alemania, de la zona llamada por ellos “Ashkenaz”, trajeron de allí su idioma, el yidis (dialecto altoalemán), que se divulgó en su época por todos los asentamientos judíos desde Estrasburgo, la capital de Alsacia, entonces una tierra poblada por alemanes, hasta Smolensk, ciudad rusa.

Otras comunidades judías localizadas en Rusia son: los judíos montañeses del Cáucaso (hablan el idioma tati, subgrupo del persa), los judíos de Georgia (hablan un dialecto del georgiano), los judíos de Bujara (hablan un dialecto del tayiko o del farsi) y el grupo religioso de Karaimos, actualmente de habla rusa, cuyo número en la Rusia moderna varía entre los 300 y 400 miembros (considerado una secta por otros judíos y una religión independiente por laiglesia ortodoxa rusa por lo cual en la época zarista sus derechos no fueron restringidos).

Los judíosmontañeses, georgianos y de Bujará están organizados en Rusia en comunidades independientes, todas con presencia en Moscú. Los karaimos carecen de organizaciones religiosas en el país.

Los judíos en la Rusia antigua

Los primeros testimonios sobre el judaísmo en el territorio ruso datan de la época de la derrota del kanato de los jázaros por el príncipe ruso de Kiev, Sviatoslav. En el momento de su máxima expansión los jázaros —un pueblo de origen aún controvertido y practicante del judaísmo— controlaban o tenían bajo control fiscal vastos territorios del sur de Rusia, Kazajistán occidental, este de Ucrania, gran parte del Cáucaso y la península de Crimea.

Cuando el poder en la Rusia antigua pasó definitivamente a manos de la dinastía de los Riúrik, de origen escandinavo, en Kiev y otros principados eslavos ya residían comunidades judías de distinto origen étnico. Prueba de ello fue el testimonio del cronista Néstor: en su relato sobre la leyenda de la adopcion del cristianismo en rusia el autor mencionó que para hacer su elección a favor de una de las religiones existentes, el príncipe Vladimiro también escuchó a la correspondiente propuesta de los “judíos jázaros”.

Otra “huella” judía en la historia de la antigua Rusia fue la existencia de una herejía conocida como judaizante o zhidóvstvuyuschie (literalmente, “aquellos que siguen las tradiciones judías”), que apareció en y Moscú en la segunda mitad del siglo XV. A juzgar por los denunciantes (las acusaciones eran algo muy común en la Edad Media), la secta renegaba de la Santísima Trinidad, de la naturaleza divina de Cristo y de la inmortalidad del alma. Además la secta promovía la libertad individual en cuestiones de fe. En 1491, un concilio de obispos rusos decidió aplastar la herejía a la fuerza y el líder del movimiento, Zajaria, fue ejecutado en Nóvgorod por orden de Iván III, el gran príncipe de Moscú. Parte de sus seguidores también fueron ejecutados, otros fueron enviados al exilio.

Los judíos en la Rusia zarista

Entre los numerosos pueblos que formaban parte del Imperio ruso, los judíos fueron una nación discriminada. El judío solo podía acceder a los mismos derechos que el resto de la población a través de la conversión, momento en el que dejaba de ser considerado judío.

Sin embargo, hasta 1772 el judaísmo casi no tuvo presencia significativa en la historia rusa por la sencilla razón de que en el enorme imperio, poblado por un sinnúmero de etnias, casi no había representantes de este pueblo. Más aún, su entrada en Rusia estaba prohibida y únicamente podían acceder al país los výkresty, es decir, los judíos conversos (algunos de ellos ocuparon altos cargos en la administración rusa durante el reinado de pedro el grande.

Dejando aparte las razones de tal decisión del Gobierno ruso, dicha regulación, dictada por isabel I estuvo vigente hasta 1772, año en que el Imperio ruso participó en el primer reparto de Polonia, junto con Prusia y Austria. Así, en los territorios occidentales de Bielorrusia y Ucrania el imperio de los Románov “heredó” sus primeros 50 000 judíos, residentes en estas áreas.

Tras el tercer reparto de Polonia (1795) y la victoria sobre Napoleón en la guerra de 1812-1814, casi toda polonia ntró a formar parte del Imperio ruso y de este modo cerca de 700 000-800 000 judíos (en el censo se registraban solo hombres adultos que pagaran impuestos, así que la cifra real era mucho más alta) se sumaron al censo de la dinastia. Así, en treinta años, el Imperio ruso, que prácticamente no contaba con población judía antes de 1772, se convirtió en el país con el mayor número de judíos del mundo.

Inicialmente catalina II mantuvo las ideas de la Ilustración con respecto a los judíos, considerados por el Gobierno ruso (y también por otros gobernantes europeos) una nación mal organizada y cuyos oficios y profesiones, que no gustaban al Gobierno ruso (pequeño comerciantes, taberneros, prestamistas, etc.), había que “encauzar”. Por esa razón los decretos del último tercio del siglo XVIII estaban orientados a la emancipación de la población hebrea. Por ejemplo, la ley aprobada en 1780, según la cual todos los judíos quedaban adscritos a alguna clase social con todos sus derechos correspondientes, convirtió a Rusia en el país con la mejor legislación para los judíos.

Sin embargo, pronto la situación cambió y en 1791 Catalina II, fracasados sus intentos de convertir a los judíos y cambiar su modo de vida, les prohibió abandonar sus zonas de residencia tradicional, es decir salir de las tierras donde residían antes de la anexión rusa de los territorios polaco-lituanos y de Moldavia. La Zona de Residencia, que incluía los nuevos territorios polacos y lituanos, se extendía a lo largo de casi toda frontera occidental y meridional del imperio y tenía una población judía superior a cinco millones de personas, lo que representaba la mayor concentración de judíos (40 %) en el mundo en ese momento. Otros territorios donde tenían derecho a residir permanentemente y organizar sus negocios correspondían a provincias meridionales del Imperio ruso, la actual Ucrania.

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