Si el lector tiene la oportunidad de viajar al este de Europa, probablemente encuentre muchas ocasiones de verse envuelto en la atmosfera mágica de las tierras que vieron nacer epidemias de vampirismo y licantropía que sembraron el terror desde la Edad Media hasta comienzos del siglo XIX. Pisará un mundo sacudido por viejas supersticiones y relatos de extrañas hechicerías, un territorio donde han entrado en conflicto culturas y religiones desde la más remota antiguedad y cuyas consecuencias aún sacuden Serbia, Bosnia, Albania o Macedonia. Tendrá la extraña sensación de que, bajo una aparente sensación de modernidad y actualidad, confluye un pasado inquietante y poco conocido que ha influido, de modo callado, sobre la Europa occidental.